Manu Ginóbili, el pibe de 40 (millones de argentinos)

El bahiense se despidió de la temporada de la NBA con actuaciones épicas y récords galácticos en los que superó a Jordan, Pipper, Kobe Bryant y Reggie Miller. Se quede o se retire de San Antonio Spurs, su nombre brillará por siempre en un cielo donde no todos logran ser estrellas. 


Por Rodrigo Calegari

Quien no quisiera tomarse un descanso después de un empacho de gloria. Recostarse en los laureles que se supieron conseguir con impronta propia, dentro y fuera de una cancha. Emanuel Ginóbili puede sentarse tranquilo a esperar la estatua. El oro que cosechó en su carrera brillante le asegura también la idolatría. El bahiensese que supo ser pieza clave de la Generación Dorada se consagró como estrella en la constelación más difícil, una galaxia que antes de su llegada parecía inalcanzable para los argentinos.

«Me sentí muy bien durante todo el año. Muy rápido al inicio de la temporada supe que había hecho bien en continuar”. Emanuel Ginóbili

De la mano del «Gramdpa Juice», la poción que sus compañeros de equipo le adjudicaron a su rendimiento, Ginóbili fue derribando uno a uno a los mitos y los récords.  El «abuelo» es el jugador con más robos en la historia de San Antonio Spurs. Y con la misma facilidad con la que les quita la pelota a los rivales o los deja en ridículo por un engaño, desplazó en algunas estadísticas a a los más grandes de todos los tiempos.

Su última victoria con San Antonio. Fue clave con 16 puntos en los momentos clave. Ginóbili inmenso y clamor de los fanáticos para que continúe una temporada más.

Se cargó al Michael Jordan en su etapa de #pibede40 por convertir más de 10 puntos en 30 partidos. Air Jordan tenía el récord de 29 con los Washington Wizards en el 2002. También superó Scottie Pippen en cantidad de partidos en Playoffs o a Reggie Miller  y Kobe Bryant en triples convertidos en los partidos definitorios. Un galáctico por dónde se lo mire.

También cerró una temporada brillante con los Spurs, a pesar de no haber podido avanzar en la post temporada porque le tocó bailar con el campeón. Cerró el año de la NBA con un récord que lo pinta de cuerpo entero. Fue el jugador que más aportó desde el banco, con 2000 puntos. Es la primera vez en la historia de la liga más importante del mundo que un jugador lograba esa cifra estrafalaria.

Ginóbili con uno de los cuatro títulos que ganó con los Spurs.

Es una vara altísima para un deportista de su edad. Pero desde ese lugar, aceptando las limitaciones de sus años, se convirtió en el espejo de una manera de vivir el deporte. Millones y millones de deportistas sin título oficial lo admiran y lo respetan. Verlo jugar es un incentivo para levantarse temprano los fines de semana y correr hasta que duela el último músculo. Hagas waterpolo o gimnasia artística, ver a un señor pelado por el tiempo, intimidando con sus ganas a pibes que derrochan talento, transforma cada esfuerzo en empatía.  

«No hay muchos como Manu Ginóbili, en definitiva es uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA». Tony Parker, San Antonio Spurs.

“Ahora haré vida familiar y podré dormir en mi cama”, dijo Manu tras la derrota en Golden State. “En este momento no tengo ningún interés de pensar en la próxima temporada. Tenemos una especie de mini luto por la derrota”, se blindó el bahiense para apaciguar las millones de especulaciones que se hacen respecto de su futuro. Cumple 41 años el 28 de julio.

El día que Ginóbili debutó en San Antono Spurs, contra Los Angeles Lakers, el 29 de octubre de 2002.

¿Cambia en algo que siga o se retire? No. La única diferencia puede estar en lo mismo que lo hace distinto. Cómo no querer verlo en la cancha. Al que no le importan las estadísticas. Al que no le gusta ganar a cualquier precio. Al que supo competir con el mismo espíritu amateur con el que ganó el Oro en los Juegos Olímpicos de Pekin en una liga donde la billetera define al galán. Al que priorizó al equipo siempre. Al que compañeros y rivales tienen como referente. Al que por sobre todas las cosas ama el deporte y lo practicaría toda la vida. Al que deja un legado que será una bendición para muchos a los que la NBA les parecía inalcanzable. Se puede llegar a donde se quiera con amor y sacrificio.

Dieciséis temporadas, quince Playoffs (sólo se perdió el del 2009 pero por lesión), cuatro anillos (lujosos hasta para definir un título), 1275 partidos jugados, 17097 puntos, 1819 triples (tercero en la historia en Playoffs debajo de LeBron James y Ray Allen), 4828 asistencias, 1684 robos de pelota. Sin embargo, pareciera como que para él esos números no significan nada. El ama jugar. El ama ganar. El ama competir.

Con Steve Kerr fue compañero en sus primeras temporadas. El técnico de Golden State lo comparó con Federer.

Le pregunté a Federer por qué seguía jugando y me dijo: ‘Porque amo jugar’. Si tú lo amas sigue, qué diablos. Por cierto me recuerdas a él”, le dijo Steve Kerr, tras la eliminación. Y dio en la tecla porque por ahí pasa todo. Los grandes nunca se retiran porque el amor los mantiene de prepo en los pedestales. «Quisiera que este amor no terminara nunca», dijo alguna vez Maradona cuando se despedía del fútbol en la Bombonera. Y el amor de Manu con el básquet se mantiene intacto.

Ginóbili es #elpibede40  pero también es «pibe» de 40 millones de argentinos. Con Manu no hay grieta. Las hay con Maradona, con Vilas, con Messi, con Fangio, con Monzón, por nonbrar a los más icónicos de nuestros ídolos.

Pero con #elpibede40 todo parece más unánime. Todos lo aplaudiríamos de pie. A todos nos gustaría verlo jugar otra temporada más. A todos nos transmite las ganas de apasionarnos por los deportes que amamos. Ganar anillos puede ser para muchos, ganar cuatro es sólo para un puñado de elegidos. Pero el respeto de todos, como se lo ganó Manu Ginóbili en cada liga en la que jujó, es sólo para unos pocos.  

 

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